EL ENCUENTRO

Un día el tío Ayu habló por separado con su hermano y con sus padres.  Pensó que sería una buena idea organizar un encuentro entre la familia. La idea fue muy bien acogida por todos, los abuelos y la familia de Kassim e Hit. y… ¡  dicho y hecho!  Prepararon un viaje sorpresa para toda su familia a la fiesta de Opet en Karnak.
Kassim, Hit y sus nueve hijos, desde Nejty el más pequeño, hasta Josafatu ,el más mayor, viajaron a través del río Nilo a Karnak.
Los niños se sentían genial, ya que cualquier viaje siempre les proporcionaba la oportunidad durante unos   días de estar ocupados en los preparativos y luego disfrutar de la emoción de conocer cosas nuevas.

El encuentro con los abuelos fue algo que no se esperaban, fue muy emotivo para todos en especial para los más pequeños que no dejaban de saltar y corretear a su alrededor.

 Habían conocido a sus abuelos y estaban viajando con ellos a la fiesta de Opet, la fiesta más importante de Egipto.
El faraón Ramsés II era llevado por cuatro sacerdotes y contemplado por miles de egipcios apostados a ambos lados . Sentado en su trono iba saludando a todos los allí presentes.

Todos estaban tan concentrados en el desfile del faraón que no de percataron de que uno de sus miembros no estaba…

 Pero, ¿dónde se había metido la pequeña Akila?
Akila era muy vergonzosa y le asustaba la concentración  de gente que había, por lo que  decidió alejarse de aquel gentío viendo todos los preciosos alrededores.
Todo era nuevo para ella y aquellas construcciones inmensas y su curiosidad de niña la iban alejando cada vez más del lugar donde estaba su familia, tanto,que,de repente, se encontró fuera de la zona de los templos y viendo que un toro furioso se dirigía hacia ella. Corrió con todas sus fuerzas hasta que logró esconderse  entre unos arbustos y despistar al animal..

Mientras tanto en la fiesta…
Hit,  se dio cuenta de que faltaba alguien y en pocos minutos toda la familia se puso manos a la obra para buscar a Akila,
Por fin al anochecer la encontraron, estaba sentada en el suelo, llorando y al ver a su familia echó a correr hacia ellos y les explicó todo lo ocurrido.
La niña les aseguró a sus padres que jamás se volvería a separar de ellos sin avisar.

Ya eran las ocho y el sol se escondía cada vez más, los nueve niños y sus padres embarcaron en una faluca y se fueron a Alejandría y los abuelos  a Roseta, pero desde ese día los pequeños iban todas las semanas a visitar a sus abuelos.